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La vida pentecostal.

La vida pentecostal.


Cuando Andrew Murray escribió The Temple of the Holy Spirit, que traducido al castellano viene a ser "EI Templo del Espíritu Santo", dijo reverentemente estas palabras: "Meditaré y me estaré quieto hasta que algo de la supereminente gloria de la verdad caiga sobre mí, y la fe comience a percatarse de ello: yo soy Su templo, y en el lugar secreto El se sienta sobre el trono."
Luego, cuando hubo acabado de escribir su libro, pronunció esta oración: "He aceptado la bendita verdad: Dios el Espíritu, el EspIritu Santo, quien es el Dios Todopoderoso, mora en mí. Oh Padre mío, revela en mi interior lo que en realidad significa tu verdad, y lIbrame del pecado de predicarla y no vivirla."
Hora tras hora, desde que he escrito el tItulo de este capItulo, mi mente ha estado en Ia misma actitud de reverencia. He escrito y predicado mucho sobre el Espiritu Santo, y El ha sido lo más vital de mi expe riencia. Le debo todo al precioso don de Pentecostés. El vino a mí cuando yo no le buscaba. Yo estaba en los negocios de mi Padre Celestial, tratando de cumplir con Su obra y Su servicio, que era Ia vocación a la cual El me habla liamado.
En mi búsqueda, oí cierto testimonio y comencé a buscar no sé que cosa. Yo sabIa que era algo grandioso que hasta ahora no habba conocido. Llegó a ml cuando me decidI a obedecer al Señor absolutamente en todo. Cuando lo recibb no era capaz de explicar lo que me habla pasado, pero estaba apercibido de cosas gloriosas que no podia expresar ni explicar con palabras. Algunos resultados fueron inme diatos. Vino a mi alma una paz profunda, un gozo inigualable y un nuevo sentimiento de poder.
Mi mente se despejó como nunca. Sentí que habia recibido una nueva facultad de entendimiento. Toda mi vida fue vitalizada. Habia un nuevo sentido de vitalidad, fortaleza y poder en todo mi ser. Comenzaron a ocurrir cosas maravillosas. Lo que no habíamos podido lograr mediante tremendos esfuerzos humanos, ocurrió casi sin esfuerzo. Era como cuando el Señor Jesus habla hecho la pesca milagrosa entre aquellos pescadores que ha han pasado toda la noche esforzándose sin pescar nada. Todo era gloriosamente maravilloso.
Las cosas que sucedieron eran solamente el comienzo de la experiencia. El viento, el fuego y las lenguas fueron extraordinarios, pero se desvanecieron; mas la realidad de Dios fue lo más maravilloso que permaneció. Esta experiencia abrió una nueva dimension en mi pensamiento y mi vida. Pentecostés me dio la clave para el entendimiento de las Escrituras, y fue lo que guardo mis pies de toda cabda.
Las cosas que para otros son montañas, para mí no son sino hermosas calIes. Lo que para otros es piedra de tropiezo, para ml son piedras donde mi pie se apoya para seguir un rumbo. Cuando reconocí la Presencia y la Ley del Espíritu, lo que era inexplicable se volvió sencillo. El Espíritu de Dios da un entendimiento que va más allá de toda Ia enseñanza que podamos recibir en los institutos y universidades. Tratar de aprender las cosas de Dios sin el Espíritu Santo ciega a los hombres con respecto a las realidades de la verdad Divina.
El hombre que piensa que puede conocer la Palabra de Dios por un mero estudio intelectual de la misma se llevará un tremendo desengano. La verdad espiritual se ha de discernir es piritualmente. El alma ye con los ojos del corazón, y éstos han de ser abiertos únicamente por el Espíritu Santo. El conocimiento que El proporciona es algo más que una mera información: su conocimiento gula a la verdad, a la vida, e inspira el verdadero amor de Dios.
El mismo Espíritu me dio un nuevo entendimiento y una nueva experiencia en cuanto a la oración, y con estos dones me sobrevino también una nueva sabiduria y un nuevo poder. Desde el primer dia de mi Pentecostés me he convertido en un buscador y un ganador de almas
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